Mientras sigo aún peleando con el idioma y aprovechando a la artesa con olor a lana que llevo dentro me he dedicado a hacer collares y de paso cuando se puede le enseño a un grupo de señoras a hacerlos y asi estimular un poquito la creatividad de ella.
Empecé con esto luego de un viaje a Turkia, donde luego del tercer día me conocia la ciudad de cabo a rabo y por desgracia el hotel me quedaba un poco lejos del centro asi que me traje parte del centro con sus materiales y me instalaba en la terraza del hotel a crear un poco.
Al final se volvio un vicio y en cada viaje llego con nuevos granates, mostacillas, vidrios checos o plasticos que me llevan a seguir jugando y mezclando
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